La clase política de españa como si fuese el Conjunto A, Hitler y Stalin cantando ‘Video Killed the Radio Star’ o Jennifer Lawrence recogiendo un premio con la cara de Steve Buscemi. Indudablemente ultimamente te has reído con alguno de estos hipnóticos ‘deepfakes’, vídeos manipulados digitalmente que aceptan retocar las imágenes para ubicar la cara de un individuo en el cuerpo de otra, creando realidades paralelas confusas.
Aunque se comentó bastante del potencial de esta tecnología para el engaño y la manipulación política, su primordial amenaza es muchísimo más tangible: la pornografía sin consentimiento. Y sucede que, según un análisis del grupo de exploración Deeptrace, el 96% de los ‘deepfakes’ detectados recrean situaciones de sexo. Sensity, una empresa de sabiduría localizada en Ámsterdam, alerta de que este 2020 estos vídeos se han popularizado, colgándose hasta 1.000 mensual.
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Los primeros ‘deepfakes’ se dieron a conocer en 2017, pero bastante cambió desde ese momento. La tecnología de IA (inteligencia artificial) es cada vez más precisa y complicada y el número de apps que hacen más fácil la construcción de esos vídeos se ha disparado. En 2016, se requirió a todo un conjunto de profesionales para que la princesa Leia —la ya fallecida Carrie Fisher—pudiese mostrarse en la película ‘Rogue One’. En este momento, el fenómeno se ha popularizado y su disponibilidad llevó a que individuos con entendimientos básicos logren usar la tecnología para hacer parodias, pero además para explotar falsas recreaciones pornográficas.
De esta forma, apps como DeepNude (ya eliminada) solo requieren una foto de sus víctimas —fácilmente quitable de su perfil de Facebook u otras plataformas— para recrear vídeos pornográficos más o menos creíbles. Eso es lo que le sucedió a bastante más de 680.000, víctimas de un ‘bot’ de un canal de Telegram que desnudaba las fotografías que les mandaban otros individuos. Según Sensity, antes de desarticularse la red tenía 101.080 integrantes, un 70% de los cuales viven en Rusia o el Este de Europa. En un 70% de las situaciones detectados, las fotografías provenían de comunidades o fuentes privadas.
Abuso contra las mujeres
Básicamente todas las víctimas de esas manipulaciones pornográficas son mujeres reconocidas. Las páginas de internet de porno están plagadas de esos vídeos sexuales, algunos tan elaborados —gracias a la exposición mediática de esas celebridades— que son completamente creíbles. Entre las más perjudicadas, según Sensity, están las actrices Scarlett Johansson, Gal Gadot y Angelina Jolie o la artista Ariana Grande.
El volumen del inconveniente es difícilmente medible. Sensity trata de llevar la cuenta: en julio de 2019 habían detectado 14.678 vídeos, este junio 49.081 y a fecha de la publicación de este informe la cifra ahora viene a los 82.266. Hasta 3.398 individuos públicos se vieron damnificados por los ‘deepfakes’.
Pero los profesionales avisan de que esas turbias prácticas apalean cada vez más a toda clase de mujeres, que ni sospechan de su presencia en estos rincones oscuros de internet. Y sucede que, más allá de agradar perversas fantasías sexuales, los ‘deepfakes’ de desnudos tienen la posibilidad de ser útil para acosar o chantajear a sus víctimas, algo que puede traducirse en secuelas que van de la humillación pública a pérdida del empleo o a la crueldad de género. “Todo esto forma parte del acoso al que las mujeres tienen que confrontar en el ámbito digital, asi sea por medio de ‘troleo’ o del abuso sexualizado que viene de todos los rincones del espectro político”, explicaba la analista tecnológica Nina Jankowicz en afirmaciones a ‘BuzzFeed’.
El enorme encontronazo del porno
En febrero de 2018, el portal pornográfico Pornhub —cuyos vídeos se ven bastante más de 100.000 millones de ocasiones al año— afirmó que prohibiría la difusión de ‘deepfakes’. No obstante, dos años y medio luego todavía era simple hallar una ingente proporción de esas manipulaciones circulando por la página, violando sus propias reglas. Al verlo, además, el algoritmo de Pornhub recomendaba más ‘deepfakes’ con otras víctimas. A inicios de diciembre, la página borró bastante más de 13 millones de vídeos no consentidos de su interfaz tras destaparse que se había lucrado de la monetización de vídeos con violaciones o acoso a inferiores.
Algunos de estos canales se usa para redirigir al usuario a chats privados de Telegram, donde se venden vídeos customizados o se dan manuales pagados para estudiar a hacer esas manipulaciones. El fenómeno se reitera en otras webs pornográficas como XVideos, xHamster o Mr. Deepfakes, donde las visualizaciones se cuentan por millones. En la más reciente inclusive se insta a los individuos a comunicar sus “creaciones”. Esas páginas no son residuales. XVideos y Pornhub están entre las 10 webs más concurridas de todo el mundo, más que Amazon, Netflix o Zoom.
Consecuencias legales
En contraste con lo que pasa en China o en USA, en España no hay una legislación específica que regule los ‘deepfakes’ y se usa la que ya regula el derecho de imagen, la custodia de la intimidad y la suplantación de identidad, como enseña Vanessa Alarcón, vocal de parte de derechos de propiedad intelectual del Colegio la Abogacía de Barcelona. En Europa, la oposición legal tiende a perseguir las secuelas que tenga su uso, no nuestra tecnología. “Regular todos los ‘deepfakes’ podría llevar a censura previa”, advierte el abogado Sergio Carrasco Mayans.
Te puede atraer
De esta forma, los vídeos manipulados con la intención de hacer parodias tienen la posibilidad de recaer bajo el paraguas de la independencia de expresión, en tanto que esos que atentan contra el honor y nuestra imagen, como los pornográficos, tienen la posibilidad de sospechar un delito de injurias, difamación o calumnias y acarrear multas, indemnizaciones y también condenas. “Se te condena si eres falaz, si deseas estafar a la multitud con esa manipulación”, enseña el abogado Borja Adsuara.
La noticia de esta tecnología y los abusos que se cometen con ella provoca que todavía no haya respuestas visibles. Consultados por este períodico, los Mossos d’Esquadra afirman que no tienen un protocolo que contemple los peligros de los ‘deepfakes’ ni sus prevenciones. “A medida que vayan mostrándose nuevos casos, algo que lamentablemente va a pasar, se irán estableciendo nuevos protocolos”, apunta Carrasco. Adsuara alerta de que esos procedimientos para manejar la verdad se extiendan a otros espacios como en la falsificación de pruebas. “Aún no ha explotado, pero lo hará”.